Un 9 de septiembre, los Arctic Monkeys editaban “AM”, quinto disco de la banda que contaba con mucho trabajo a sus espaldas, lo trabajaron previamente por muchos meses en el estudio de Sage & Sound Recording de los Ángeles, experimentando con su sonido, intentando encontrar nuevas fórmulas con las que reinventarse una vez más y grabando demos e ideas en una grabadora de casetes de cuatro pistas, muy común en los años 70. A partir de estas pistas, de las cuales utilizarían algunos fragmentos solamente, ya que según el productor James Ford “en la primera grabación siempre hay una magia única muy difícil de revivir en las posteriores”, empezarían a desarrollar todas sus ideas para este disco, el número cinco de la última gran banda del rock inglés post OASIS.
Decían allá por 2013, que la premisa fue fundir en un disco, por un lado, sus influencias pesadas y guitarreras como Black Sabbath y Queens Of The Stone Age, y por otro, sus influencias del hip-hop y el R&B de grupos tales como Aaliyah y Outkast, sin olvidar influencias clásicas como The Velvet Underground, de los que tomaron la idea para el título del disco por su álbum “VU”. El cantante Alex Turner describió aquel disco como: “un beat de Dr. Dre con un corte de pelo a lo Ie Turner galopando por el desierto en una Stratocaster’